El dolor que sentía en la rodilla izquierda; como en aquella ocasión, en la que por la misma zona geográfica, bajando la llamada cuesta zigzagueante del pueblo de Landero y Coss a Villanueva, Gutierrez Najera y Salvador Díaz Mirón, Misantla, en las primeras curvas de terraceria, de abundantes piedras sueltas y grava; caímos con mi RBK que se recostó con todo su peso sobre mi extremidad izquierda. Ese recuerdo, doloroso, muy doloroso, me hizo tomar mayor precaución en esta nueva aventura que presentaba retos muy parecidos, aunado a que, llevaba una llanta trasera nueva (Pirelli MT 60) a probar; la cuál, no había experimentado desempeño alguno, desconocía por tanto su agarre en este tipo caminos, además de ir en solitario, en una trinidad descuadrada, mal calibrada, materia, espíritu y alma.
En el tramo de la carretera de la ciudad de los patos a la ciudad de los zapatos, es decir, de Cocoatzintla a Naolinco, arriba de un lugar llamado los Planes, reboté con un tope que mas bien parecía una pared, del cual no tenía conocimiento previo ni la señalización pertinente sobre o a un lado del camino. El mayor impacto lo adsorbió mi muñeca izquierda con la que sostenía el manubrio y la palanca del clock; entonces, el dolor dejó de ser un recuerdo para hacerse presente en mi muñeca no solo en trayecto planeado y realizado sino hasta unos meses después. Pero??? ¿Que sería el hombre sin sentir el dolor? ¿Cuidaría y se preocuparía por sus órganos vitales, sus extremidades, su anatomía, su materialidad? Encuentros entre el hombre y la naturaleza (dialéctica) el instinto de conservación.
En el tramo de la carretera de la ciudad de los patos a la ciudad de los zapatos, es decir, de Cocoatzintla a Naolinco, arriba de un lugar llamado los Planes, reboté con un tope que mas bien parecía una pared, del cual no tenía conocimiento previo ni la señalización pertinente sobre o a un lado del camino. El mayor impacto lo adsorbió mi muñeca izquierda con la que sostenía el manubrio y la palanca del clock; entonces, el dolor dejó de ser un recuerdo para hacerse presente en mi muñeca no solo en trayecto planeado y realizado sino hasta unos meses después. Pero??? ¿Que sería el hombre sin sentir el dolor? ¿Cuidaría y se preocuparía por sus órganos vitales, sus extremidades, su anatomía, su materialidad? Encuentros entre el hombre y la naturaleza (dialéctica) el instinto de conservación.
Esta vez, el recorrido lo hice en soledad relativa como les decía, en un intento, quizás, de reencontrarme, bueno ahí estaban los árboles, las piedras, la montañas, las nubes, la gente desconocida, los insectos y otras especies de animales visibles e invisibles (los átomos, el polvo) la naturaleza me hablaba (locura) pero yo no comprendía su lenguaje, aunque mi espíritu interpretaba en mi interior una sensación de paz reconfortante, la incomprendida e ignorada interacción relativa del viento invisible, pero reconfortante, amable y agresivo con el rostro. Ángel Rosas, me habló sobre el Huerfano y su tiroleza, que de antemano ya tenía localizada con el google earth y un tanto pensada, platicada con otras personas, la ruta muy interesante, pero, cuando acordamos ir (en alguna fecha pretérita) su Halcón Azul, me refiere nuestro amigo, estaba en el taller, por lo que pospusimos el viaje; digamos que me quede con las ganas, en aquella ocasión acordada. Claro, habría de desahogar esa ganas por lo que lo hice solo... Aunque después escuché su reproche e incredulidad.
Salí a buen ritmo de Xalapa rumbo a Naolinco hasta llegar Chiconquiaco el punto más alto de la sierra según refieren diversas personas y los documentos cartográficos respectivos, me detuve un momento enfrente de su Iglesia principal donde unas chavas de MORENA repartían volantes sobre su movimiento político, las saludé y dirigí mis pasos hacia una tienda cercana, para comprar agua y unas galletas. Proseguí por la carretera con rumbo a Misantla y como a tres kms., encontré la desviación a manubrio-mano derecha para La Guacamaya, El Xucuyul, La Vaqueria, Los Naranjos, El Huerfano, El Escalanar, El Capulín y La Sombra, según reza la señalización Flechada de color azul.
Entrando en la terrecería por una amplía carretera que desciende para volver a subir aunque llena de grava, escurridiza y desequilibrante, encontré tramos muy próximos a ser pavimentados y otros segmentos pavimentados con asfalto (creo que ya ha de estar pavimentada un buen tramo, al menos hasta Vaqueria, creo, hummm) al punto de empezar a descender hasta llegar la GUACAMAYA donde estaban trabajando, dándole uniformidad a la carretera, para aplicar el concreto, de ahí para adelante el camino de terraceria solo advierte las rodadas de las llantas de los vehículos que por ahí transitan entre pequeños segmentos planos y pendientes positivas o negativas, arbustos, al limite de la barranca y la montaña para llegar a una planicie pequeña donde se asienta Vaqueria entre áreas de terreno sembradas de rocas que emergen en múltiples tamaños. En la entrada un conjunto de equinos estacionados de manera ordenada me dan la bienvenida, se percibía un ambiente de fiesta, mucha gente (relativamente) en la calle principal de terraceria, un grupo norteño cantando, varios grupos de personas ( hombres) congregados tomando alcohol, cerveza, comiendo, en las puertas y patios delas casas.
Pregunté a un buen ciudadano de la Vaqueria sobre el camino correcto que conduce al Huerfano y me informó de buen grado y de manera atenta la dirección, con ciertas recomendaciones. Proseguí mi camino hasta el punto de empezar a descender, me detuve para tomar múltiples fotografías al pie de la increíble barranca. La vista era sumamente gratificante, montañas entre nubes, pueblos lejanos al fondo con sus historias misteriosas y desconocidas para mi, lo atestiguaba un Asno que me observaba atento mis movimientos, quizás un tanto extrañado me empezó a replicar o mejor dicho a rebuznar un himno, un poema o un reproche incomprensibles que me hizo sentir extraño en su territorio.
El descenso fue altamente demandante por la gran cantidad de piedras sueltas, grava y tierra suelta sobre el camino, la longitud de la pendiente y la profundidad de la barranca, así que en 1ra. velocidad, sin frenar para no derrapar, solo darle dirección con la sensación que se pierde control y la maquina se desboca a una velocidad poco adecuada al contexto, cuestión que se me dificultó aún mas, cuando me encontré a una camioneta que subía de manera forzada repleta de gente, que, imagino, se dirigían a la Vaqueria a la Fiesta, afortunadamente a la derecha de la brecha había una pequeña área por donde me ubique con mi RBK para que la camioneta pasase no sin antes darme un baño de polvos mágicos y aventarme algunas piedritas, pero que belleza me encontraría más adelante, un mural precioso sobre un segmento relativamente plano, que me han dicho algunos amigos que han apreciado las fotografías: parece un Chile Xalapeño de roca de colores verde, amarillo, rojo al parecer de piedra Cantera, Oh que imagen tan hermosa, que triviales, jajajajajaja con la obra de la naturaleza.
Un tanto eufórico por el descenso y la adrenalina, llegué al fondo de la barranca, pase por el Naranjal, sin detenerme, ante la mirada de los ciudadanos reunidos en una especie de auditorio, para empezar a ascender por una loma que no tiene comparación con el descenso de la montaña recién atravesada hasta alcanzar un tractocamión de esos llamados volteos que transportan materiales para la construcción, por lo que me detuve para evitar el polvo y la posibilidad que me cayera encima dada las curvas cerradas del ascenso por las que el camión de manera justa en sus dimensiones, apenas pasaba, bebí un poco de agua y unas galletas para observar el panorama montañezco, el Naranjal...., después, un suspiro, puffff, hice un reconocimiento de mis órganos y extremidades para ver sino me faltaba un cachito, menos mal, completo, entonces recordé que me dolía mi muñeca....
Muy cerca de ahí, se revelaba el Huérfano tras una curva cerrada, su Iglesia Amarilla con verde se presentaba como una necesidad inexorable de espiritualidad, paz y armonía, entre los atribulados y rebeldes espíritus, que según cuentan las leyendas negras y rojas, de las noches y días de sangre, terror, que se esparcían por la zona, inclusive por la llamada cañada la gente manifestaba la presencia del rey de los animales, según atestiguan varias personas con haberlo visto o haber oído su rugido leones y el destrozo en sus acciones sanguinarias, con animales domesticados.
Caminé por el atrio de la Iglesia, mientras lo hacía, se me acercó uno de los tantos hijos de El Huerfano, para preguntar de donde venía y otras cosas que no recuerdo, aproveche para hacerle algunas preguntas que me contestó gustoso, me indicó por donde subir a la loma donde se hallaba la Tiroleza, me dijo que pocas personas del pueblo se habían aventurado a subirse y lanzarse al vacío por el cable trenzado de acero, además de recomendarme subir al mirador del beso, en donde disfruté de una vista increíble y de las ráfagas del viento.
Me pare en la boca de la tiroleza, pero al observar hacia el vacío, lo que me dolió fue la boca del estomago y definitivamente si estuviese en servicio, no me lanzaría, al menos con ojos abiertos, su extensión es meritoria de un gran valor, pasa arriba del pueblo para aterrizar no se a que velocidad en el campo muy cercano a la escuela preparatoria telebachilleraro del Huerfano, uff, mejor el mirador del beso me resultó mas reconfortante, con maravillosa vista hacia La Sombra, El Escalanar y los campos derredor.
EL HUERFANO, VER
Abandoné el Huerfano con cierto dolor y aprehensión, entre campos alambrados, pero un equino, creo, no estaba muy de acuerdo de mi acción, de mi abandono, mi ingratitud y empezó a distribuir un onda o conjunto amplia de patadas traseras mientras se alejaba hasta la contención del punto donde la longitud del lazo que lo atrapaba lo permitía, con un nudo en el poste de la cerca de alambre de púas, lo que dificultaba el asunto por lo que lo hice en una acción evasiva rápida en un extremo del camino para alejarme de su furia. Así seguía por el camino hacia el Escalanar, cuando al lado derecho al pie de una loma, en un campo de siembra vi que uno jóvenes descendían corriendo hacia el camino gritando, primero pensé que era para tirarme piedras o terrones de tierra, pero, era solamente para saludarme a lo que correspondí pitando, de todas formas aceleré para alejarme del lugar y después me dio risa...
Así pase por el Escalanar para ascender por un camino poco transitado hasta Monteverde donde el camino empezó a mejorar para llegar a el Madroño de ahí pase un rato a Xomotla, Alto Lucero y volver a Xalapa.
Arriba, el Huerfano, abajo el Escalanar.
Iglesia de Xomotla, Alto Lucero, Ver.